L'autor és la Natàlia Hernández, la nostra més sincera enhorabona!
23 de abril de 2014
Querido amor:
Llevo echándote de
menos desde el momento que le dijiste adiós a mi mirada. Intentando olvidar
pero sin parar de recordar puedo visualizar ante mis ojos todos y cada uno de
los instantes vividos juntos. Aún puedo sentir el roce de tus dedos con el
contacto de mi piel haciendo que me estremezca, los besos infinitos y tus ojos
clavándose en mi, desnudándome, sin tan solo tocarme. Dejando al descubierto mi
alma me hiciste libre con tu amor. Podría haber echado a volar en cualquier
momento con las alas que solo tú supiste darme. Solo nosotros entendíamos lo
que llegaba a ocurrir entre tu mirada y la mía cuando estas se cruzaban y la
sutil tensión con la que nuestros ojos hablaban. Podría haberte amado todas las mañanas, darte
mis mejores noches y regalarte todos y cada uno de nuestros días en este mundo
que nos repudia. Pero no, tú decidiste marcharte. Fuiste tú el que te dedicaste
a hacerle el amor a mis sentidos con tanto ímpetu que arañaste toda mi alma,
rasgando todo mi ser. Queriéndonos tanto que hasta dolía. Si estuvieras aquí
sabrías de lo que hablo. Pero no lo estás. No estás aquí para perderte conmigo.
Me bastaría mirarte para enamorarme otra vez, cogerte de la mano y huir muy
lejos de aquí. Mío, tuya, nuestros. Eso prometimos, pero ¿tú dónde estás? Dejándome
aquí sola no has cumplido tu promesa, el plan era estar juntos para siempre.
Pero nuestro siempre resultó ser algo realmente efímero. Yo solo quise conocer
todos tus secretos, tus mentiras, los misterios que ocultabas… Aprenderme todos
y cada uno de tus lunares, sabérmelos de memoria y repasarlos todas las noches.
Encontrar en tus brazos mi sitio en el mundo y en tus ojos mi historia. Guardar
tus besos en mi piel, tatuármelos si hiciera falta para no borrarlos jamás,
ahuyentar tus miedos y los míos y encontrar en ti mi inspiración. Solo quise
llenar las noches de palabras vacías que le daban sentido a mi existencia en
este planeta y ahora sin ti ya no se lo encuentro. Quise pensar que eras tú el
que suavizabas mis puñetazos, pero no fue así, no eras tú. Tú solo endulzabas
el café y las mañanas mientras nuestro irascible amor se encargaba de mordernos
en el fondo de las entrañas. Poco a poco, despacito y con amor la pasión fue
calando en ambos.
¿Dónde estás mi
amor? Odié ver como se consumía nuestro sentimiento, como te ibas sabiendo que
no volverías. Detesté la facilidad con la que dejaste atrás caricias, besos,
miradas, momentos, sensaciones y sentimientos. Te llevaste todo de mí, así sin
más, de un momento a otro. Guardé en mis ojos tú última mirada y en las
lágrimas vertidas se fueron los besos que nunca te daría y los te quiero que
nunca podría mencionar. Te estuve buscando entre los rostros de la gente, te
encontré y pude ver como tu luz se apagaba. Me miraba en el reflejo de tus ojos
pero ya no veía nada. Te fuiste, te marchaste, me abandonaste. Te desvaneciste
entre la multitud y la esencia de nuestro amor se fue contigo.
Después de esto me
di cuenta de que si fuera junto a ti siempre lo intentaría y que dedicaría mis
días a buscarte en los sueños que juntos construimos. Soltaría el mundo con tal
de sostener nuestro futuro. No tuvimos una despedida porque no tuvimos final y
yo me iba a dedicar a esperarte, a ti, al explorador de mi espíritu más
profundo y al rey de mis sentidos.
Adiós mi amigo, adiós mi amor. Nos
volveremos a ver.
Te buscaré aquí, aunque te encuentre allí arriba.
Te buscaré aquí, aunque te encuentre allí arriba.
Sinceramente,
XXX
Natàlia Hernández Guillén
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